Improntas de un ávido lector: la colección de Joaquín V. González en la universidad platense

Abstract

Una de las principales colecciones de libros, papeles y objetos que pertenecieron al político, legislador, pedagogo, escritor e historiador argentino Joaquín Víctor González se encuentra en la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata, en la capital bonaerense. La trayectoria intelectual del fundador y presidente de la referida casa de altos estudios se caracterizó por una amplia y variada producción escrita, de materia tanto jurídico-política, educativa, periodística, histórica, como literaria. En este último punto se destacó como un prolífico autor de obras de diversos géneros (ensayos, cuentos, fábulas, poesías), escribió variados prólogos de libros; fue también un políglota-traductor y un elocuente orador. La bibliografía de su autoría —salvo algunos pocos textos todavía inéditos— se puede consultar en el primer volumen de sus Obras completas editado en 1935 por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Esta compilación, realizada por encargo del Congreso de la Nación Argentina, comprende 25 tomos en formato mayor con 52 títulos que se ubican en su extensión temporal desde 1883 hasta sus obras póstumas. Resulta evidente que los límites entre la biblioteca particular y el archivo personal se tornan difusos. La colección bibliográfica y museológica gonzaliana alberga distintos bienes culturales patrimoniales que resultan inherentes al proceso de constitución de su figura pública, pero que también dan cuenta de otros aspectos significativos. Por un lado, dejan entrever algunas de sus facetas íntimas como “lector-coleccionista” con determinados gustos, aficiones e intereses; por otro lado, develan las relaciones entabladas a lo largo de su vida con obras y autores, tanto pretéritos como contemporáneos. El espacio de las dedicatorias que exornan los libros permite inferir ciertas redes de sociabilidad literaria. En este sentido, Joaquín V. González participó en cenáculos porteños con reconocidos hombres de letras e intelectuales del país; pues no solo asistía a tertulias en casa de escritores amigos, sino que los domingos por la tarde los recibía en la biblioteca de su residencia porteña. Algunas de sus amistades lo consagraron como un laureado escritor nacional, contribuyendo a su mitificación ulterior. Tal es así, que su nombre fue dado a distintos institutos, bibliotecas, escuelas, pueblos y calles de la Capital Federal, La Plata, Salta, Bahía Blanca (Provincia de Buenos Aires), La Rioja y Chilecito (Provincia de La Rioja).